23 de octubre de 2011

ganó cristina o las desventuras de un argentino vacío y sin sentido

Hoy no fui a votar. ¿Acaso mis principios me lo han impedido, o un sentimiento de desgano y apolítico? ¿He perdido mi DNI, o simplemente estaba demasiado enfermo? Ninguna de esas cosas. Me dio paja, a decir verdad. Mi voto -y el de todos- sigue siendo tanto inútil como cómplice.

Unos cuantos terrenos con fronteras e instituciones que claman su autonomía es la definición exacta de una nación. Podríamos ingresar en el tedioso bagaje de entrar en detalles y explayar a fondo las ramificaciones de esta llamada «nación» pero, terminaríamos discutiendo no acerca de su funcionalidad, sino de su alta falibilidad.

Hace un tiempo ingresé a una de esas famosas redes sociales y comenté, respetuosa y someramente, cierta falibilidad del gobierno de turno. A cambio recibí una respuesta bien expedita: "Vos sos un gorila". De pronto, todos los rumores de que no se podía debatir con la retórica del kirchnerismo se volvieron realidad. Sentirlo en carne propia es de igual manera suculento y alarmante. A su modo (no queriendo), los medios opositores tenían algo de razón, en tanto los pregoneros oficialistas han estado imitando a su abeja reina con su clamor tóxico y demagogo.

Y mientras el mundo se cae a pedazos, y los países árabes de pronto y sin razón aparente comienzan a voltear a sus avezados dictadores, y a la otrora inexpugnable Europa se la ve astillarse desde adentro, y la tez rojiza de los yankis empieza a palidecer ante los indicios de default, y mientras paulatinamente Cristina y Macri van tocándose sus traseros tal como lo hicieran unos recién iniciados tortolitos, a nosotros nos están por aplicar el coup de grâce.

Gente, bienvenidos a Legolandia.

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