En El Banquete de Severo Arcángelo, Marechal nos señala la importancia de las buenas dentaduras, en especial para aquellos afanosos de atravesar gratis todas las puertas:
-¿Sabía usted que Sócrates tuvo un gallo?
-No, señor -le respondí secamente.
-Pues lo tenía -me aseguró Bermúdez-. Y cierta vez el esclavo Ántrax, un filósofo en pantuflas, robó el gallo de Sócrates, lo desplumó secretamente, lo metió en la olla y lo hizo hervir un día y una noche. Después, al intentar comerlo, Ántrax perdió todos los dientes, pues el gallo estaba tan duro como al principio.
-¿Qué me quiere decir con esta fábula ridícula?
-Yo que usted -me aconsejó Bermúdez- pondría en la olla de Ántrax a los dos clowns, y los dejaría cocinar más tiempo. ¿O cree usted que, sin poseer una buena dentadura, se puede morder la cáscara de los símbolos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario