Una pluma que ya empieza a extrañarse...
«(...) que si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias immediatas, después en las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y malos resultados de nuestros dichos y las obras se van distribuyendo, de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón. Hay quien dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla», José Saramago (1922-2010)
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