18 de marzo de 2012

kony 2012 - fuck kony - mi pequeño pony

El video comienza con esta frase: "Ahora mismo, hay más personas en Facebook que las que había en el planeta 200 años atrás". El video nos muestra que un tal Joseph Kony -uno y sólo uno- es responsable de la masacre de millones de personas durante el reinado de su "guerrilla-secta-o-vaya-a-saber-Ud-qué-cosa" y de esclavizar niños, todo esto en el territorio inhóspito de un país africano. A fin de hallarlo culpable más allá de toda evidencia, el relator somete a su hijo de no más de cinco años (rubiecito, cachetón, de sonrojadas mejillas y con un futuro predilecto en las artes de servir a sí mismo) a idenfiticar, mediante una fotografía, al malo de la película; lo introdujo a una habitación frente a una cámara, lo sentó y sobre la mesa expuso las fotos de dos negros -suponemos que para salvaguardar cualquier malentendido racial. Como una rueda de idenfiticación, el niño escoge la de Kony pues, la del otro, era un negro que ya conocía y jugaba con él.

Parecería que el documental encara hacia una sola persona. ¿Por qué? La explicación es terminante, absoluta e inexpugnable: porque Joseph Kony está primero en la lista de criminales de guerra del Tribunal de La Haya y porque -y este es el argumento más importante de todos- por algún lado hay que empezar. La consigna es tan sencilla, prístina y perturbadora, que nos muestra cómo ella cala en los veedores y los hace lagrimear; es tan astuta, humanitaria y altruista, que Angelina Jolie nos va a ayudar desde su cuenta de Twitter para ello; tan veraz, honrada y libertadora, que los senadores norteamericanos van a impedir esta locura a través de una invasión militar de sus fuerzas especiales para atrapar al malechor y prevenir futuras ofensas en el territorio. Su léitmotiv, 2012, parte a la mitad el número y, apunta 20 celebridades y 12 políticos, en cuyo renombre radica la esperanza de estas pobres masas maltratadas de Uganda. Dentro de éstos 12 políticos podemos hallar a George W. Bush y el actual presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quienes, en menos de 10 años, han desatado más matanzas, dolor, miseria y oprobio que Kony, aún si éste viviera mil años más; descontando, claro está, los decretos firmados por los últimos, permitiendo a su propio país convertirse en un Estado de tintes dictatoriales.

Observar desde mi lugar la millonezca cantidad de reproducciones del documental en You Tube, junto con la euforia y algarabía del vulgo reservado a las redes sociales -similar, sin lugar a dudas, al aullido del vulgo norteamericano clamando sangre y venganza después del 9/11-, me ha dejado de provocar frustración e indignación. Sólo puedo reír ante semejante bravata, tanto más cerca de un episodio de Melrose Place que a un acontecimiento de la vida real; sólo puedo pensar en la estupidez o ignorancia, sea el caso, de la gente que se ha tragado esta mierdosa propaganda y se enorgullece -sí, es verdad- de ser partícipe o partidaria de ella.

«¡Vergüenza y eterna vergüenza, nada excepto vergüenza!», gritaba el Duque de Borbón, según Shakespeare (o Anónimo, según el revisionismo, ahora un tanto intempestivo), después de perder la batalla de Agincourt. Y yo chillo de la misma manera, aunque con otras palabras: 'Fuck Kony!'

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