29 de junio de 2008

beetlejuice - proemio

No por motivo de vanidad, egolatría o vanagloria, he bautizado a este blog con el título de mi primera novela. Tampoco considero a éste, menudo espacio digital, mi espacio; antes, al contrario, prefiero que se le adjudiquen razones puramente altruistas, en cuyas raíces, espero, descansen aquellos que deseen sentarse un rato a la sombra y respirar aire fresco.
La metamorfosis del ser humano en escarabajo no es un proceso original y muchas veces desarrolla un desenlace folletinesco. Franz Kafka fue el primer escarabajo en mostrarle al mundo, el mundo del escarabajo; los sueños intranquilos como preludio del despertar; el extrañamiento ante las circunstancias que nos rodean; el alejamiento de las personas de manera recíproca; la enfermedad que le sobreviene con una sutileza psicosomática. Más tarde, la muerte.
Pero aquél era un escarabajo inexperto y de vedada visión, tullido frente a la evolución social de los años veinte, aunque de emociones puras, desprovistas de polución ambiental y libradas de cualquier vestigio consumista. Acaso un incomprendido más en una historia donde las épocas se caracterizan por sus propios incomprendidos, el refugio de este peculiar escarabajo descansaba en el recurrente mosquito del sufrimiento, y su muerte en las picaduras que recibía a diario. La tuberculosis le arrebató su joven vida junto a su avejentado caparazón, pero su advertencia y su legado aún permanecen circunspectos a la llegada del dolor que las ha creado; o dicho en otras palabras, todavía no están en paz.
El escarabajo de hoy ya no es tan ingenuo ni mucho menos tullido. Su contemplación se ha abierto hacia nuevos horizontes y la capacidad de adaptación que antaño carecía se convirtió en el baluarte de su supervivencia. Pero así como se ha multiplicado en número, así también lo han hecho sus preocupaciones. ¿Qué sabía ese checoslovaco del sufrimiento? ¿Qué sabía de los ruidos y la aceleración del mundo? El más cuentista tal vez lo imaginaría vivo entre nosotros, escribiendo a oscuras y cargado de psicofármacos, maldiciendo su suerte y con la misma confusión que se adueñó de él hace más de ochenta años.

Este es el Refugio de los Escarabajos. Bienvenidos.

No hay comentarios: